Hola a todos.
Pues resulta que soy medio tonto y no se me ocurrió otra cosa que poner el crisol de bentonita encima de los otros tres para cocerlos. Ni se me pasó por la imaginación que los 1300 grados podían no caerle muy bien y… Desastre total: el crisol de mezcla de arena y bentonita se fundió totalmente, esparramándose sobre los otros tres y dejándolos inservibles. Impresionante oiga, tuve que separarlos con martillo y cincel.
Por lo menos pude ver como se habían cocido y, por suerte, las plaquitas que hice para pruebas se salvaron casi todas. De entrada el crisol que estaba hecho con solo la pasta refractaria comercial se rajó.
Pienso que fue por culpa del chorreo de bentonita, que seguramente tendrá un coeficiente de dilatación muy distinto. Este fue el crisol al que más le cayó.
El crisol que tenía un tercio de chamota (ladrillo refractario machacado) se veía bien, pero presentaba unas pequeñas fisuras superficiales. No me termina de convencer.
Y, por último, el que tenía un tercio de arena se ve perfecto: homogéneo, sin una sola fisura y con un sonido de campana nítido y limpio. Una pena que no se pueda usar.
Bueno, empecé haciendo las pruebas de resistencia mecánica. Para eso había preparado unas plaquitas, todas iguales, a las que colgué un peso variable para ver cuando se rompían.
Como las jodías eran mucho más resistentes de lo que parecía, tuve que cambiar de método. Les puse una palanca de 28 cm.
El resultado fue, más o menos: la de arena se rompió con 2 kilos, la de chamota con 2,5 y la de arcilla sin nada aguantó 4 kilos. Por cierto eran de una sección rectangular de 40 x 11 mm.
Entre medias, y para quitarme el mal sabor de boca, me hice un par de complementos: el sacacrisoles y el vuelcacrisoles.
También preparé otros cuatro crisoles, que ahora mismo se están secando.
De izquierda a derecha: pasta refractaria similar a la que usé antes (pero blanca) con un tercio de arena, pasta de baja temperatura a medias con arena (esta la coceré aparte a solo 1100 grados), pasta refractaria con un tercio de grafito y pasta refractaria a medias con arena.
Para la siguiente prueba, la de choque térmico, preparé un quasihornillo con el soplete de butano y unos ladrillos refractariosaislantes. Se trataba de poner las plaquitas al rojo y meterlas rápidamente en agua.
Detalle. El que sepa de temperaturas y colores que calcule.
Como yo, de lo anterior, sé poco: pues le metí el termopar.
Como veis, marcaba 45,1, es decir, unos 1100 grados entre la punta y el extremo de la clema. Puesto que esta empezaba a fundirse, calculo que el interior del horno estaría cerca de los 1300. O sea, el límite de los termopares tipo “K”.
Repetí el ciclo de calentón-enfrión 12 veces. Ninguna de las tres plaquitas se rompió por sí sola. Eso si, a la de solo arcilla le saló una grieta.
Después probé a romperlas con la mano, con el siguiente resultado: la de solo arcilla se desmenuzaba con la mano, conseguí pedazos de hasta un centímetro cuadrado. Las otras dos seguían manteniendo más resistencia, los pedazos más pequeños que conseguí eran de unos 8 cm2 en ambos casos, aunque me dio la impresión que la de arena era algo más fuerte.
Conclusión. Dicho en términos técnicos: la cerámica aguanta un huevo. Pienso que, especialmente la mezcla de arcilla y arena, es válida como crisol para aluminio y para bronce (para hierro ya se verá) También, como por otro lado era de esperar, parece que resistencia mecánica y al choque térmico son cualidades contradictorias. Como de la primera va sobrada, hay que potenciar la segunda. Y creo que esto se consigue con una estructura de la arcilla cocida lo más abierta posible, en mi caso, a base de añadir arena.
En fin. Cuando cueza los siguientes crisoles, seguiré con las pruebas. Ya os contaré.
Salud